Después de que el pasado diciembre nos contaran como había quedado su casa (la magnífica casa en la que pasé un estupendo mes en familia) tras el primer terremoto ocurrido hace pocos meses, me escriben que ahora mismo están sin agua, sin alcantarillado, sin electricidad y con una fractura estructural mayor que la anterior. Afortunadamente todos sus familiares y conocidos están bien. Lo que no quita que haya habido muchas bajas y que los edificios más altos y los más antiguos hayan sucumbido a la sacudida.
Un detalle de sociedad avanzada: por ley, las aseguradoras están obligadas a proveer un fondo para catástrofes. De esa manera se asegura que todo el mundo pueda obtener ayuda en caso de necesidad.
Una historia muy humana ambientada en Christchurch si visitas el blog de Uno.
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