8/11/09

VOCACION

Digamos que si alguna vez la tuve, la he perdido por el camino. No es que no me guste enseñar. Es que no soporto a los niños en su especial reclamo de especificidad. Y a este paso cada día veo que va -y que va a- peor. San Salomon, ten piedad de los maestros.
No tengo ni ganas de contar por lo que paso. Y quizás no debiera publicar esto.
Aunque no, no me lo pienso callar.

4 comentarios:

Xavier dijo...

Mestre?
No és d'estranyar la teva calvície.

A la proxima reencarnació néixere estèril.

!!! Juro que mai més ................ !!!

Si te'ls mires amb afecte fins i tot semblen bonics.

finnegan bell dijo...

la culpa no es de los niños. es de los padres (y, como tal, entono mi parte del mea culpa). en palabras de un compañero mío, pedagogo: "los niños son niños desde siempre y siempre serán niños. somos los padres los que hemos cambiado nuestro papel y ya no queremos hacer de padres"...

M_ n_ _l dijo...

Un abrazo muy fuerte!
Sea lo que sea, que sepas que tienes apoyo por todos lados!

Javier dijo...

Tranquilo, yo trabajo de cara al público y cada día odio más al público, jajajajajajaja, y cuando llegan niños pienso en Herodes, por qué será me interrogo, jejejejeje

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