DECAIMIENTO

Hace días que no hago más que mirar el blog, leer mis blogs amigos. No se me ocurre nada que contar porque lo más importante para contar es nuestra tristeza por el decaiento progresivo de nuestra gatilla Mami Mina. Desde que volvimos de vacaciones está cada día peor. La hemos llevado tres veces al veterinario y no nos da muchas esperanzas. A sus quince años hay que añadir un edema (líquido acumulado) en el torax y el abdomen. La hemos alimentado con una jeringa y un concentrado de proteínas, la hemos casi obligado a beber. Ahí está en un rincón del baño tranquilita y sin moverse mucho. Dos días ya sin comer y casi sin beber. Esperamos al veterinario para dentro de un rato y la decisión va a ser dura pero va a tener que ser. No quise contarlo antes porque en los últimos días he leído cosas muy tristes y, si quieres, mucho más graves que lo que ocurre en casa.


ACTUALIZACIÓN

Se acabó. Fué duro pero Mina ya no está. El llanto intentó llenar el hueco que ha dejado en casa y en nuestro corazón. Si alguien me llega a decir a mí -que no quería animales en casa- lo que se les puede llegar a querer, le hubiera dicho que exageraba y que nanay, que no.
Recordaremos cuando llegó siendo una gatirrina, cuando tuvo su primer celo, cuando le trajimos a Royo para que la calmara, el parto de los cuatro gatillos que luego se movían por casa como si fueran una sombra múltiple, su estado de alerta máxima en cuanto empezaron a subir a los sofás y estantes. Sus lametones en mi calva, en la cabeza de Benito. Su maullar insistente cuando habíamos dejado a Beni encerrado en el armario "Beni no te encierres en el armario que luego cuesta mucho salir de él". Sus enrabiadas al cortarle las uñas, sus cariños repartidos con cuentagotas intenso y sólo si a ella le apetecían. Su cuerpo hecho una bolica en el mejor rincón de la casa, su esperar siempre a que su hijo comiera primero. Su pelo suave. Y tenerla enroscada junto a nosotros, los cuatro compartiendo el sofá. Mina yuyu mami, adiós.