KIWI CRONICAS VII

Un nuevo fin de semana de actividad frenética a la japonesa corre corre click click corre click clik vuelve a subir al vehículo.. Viaje a la West Coast, provincia de Westland. Unos datos geográficos antes de empezar para que se entiendan algunas cosas que pasan. El indice de precipitaciones en esta región esta por encima de los 3000 litros por año. En el Glaciar Franz Joseph, la media anual es de mas de 5000 litros. Esto se debe a que el océano arrastra la humedad hacia tierra adentro, esta se pega de morros con montañas de mas de 2000 metros a pocos quilómetros de la costa y entonces la humedad se precipita sobre la costa oeste, West Coast en ingles aunque también se la puede llamar wet coast (wet por humedo you know what I mean).
Entonces, despegamos.
El grupo se sumerge en las profundidades de Daisy, la furgobus que nos lleva de aquí para allá. Daisy esta tan marrana por dentro como por fuera, o sea, no la han duchado desde el ultimo viaje. Emprendemos viaje, excitados cual colegiales de fin de curso. Los kil’ometros nos esperan para engullirnos, las montañas de los Alpes del Sur nos esperan para deleitarnos con su aridez en la cara este y su nieve y humedad en la cara oeste. Los ríos me embargan de emoción, con su corriente gris y amplia. Los puentes me sorprenden con su estructura estrecha de maderotes gruesos como traviesas. Se suceden los kilómetros hasta que llegamos a un lago que te deja con la boca abierta, escenario de algunas escenas de la película Narnia. Quietud, paisaje hermoso, limpio. Facilidades para aparcar, lavabos ultranaturales entre los arbustos, literalmente hablando.
Seguimos viaje, bajando por la ladera del oeste después del Arthur’s Pass. La vegetación empieza a cambiar. Los prados pardos pasan a ser verdes, los pinos a convertirse en hayedos, aunque hoy me entere que por mucho que les llamen hayas, no son hayas sino que son un árbol autóctono que los pioneros llamaron haya porque no sabían como se llamaba en maorí. La noche nos confunde aun de viaje, kilómetros y kilómetros a lo largo de la costa iluminada por la luna llena, hacia el sur, en busca del albergue para la noche.

Las fotos no se corresponden con lo narrado. Son de una visita a la peninsula Banks. Esto es un kiwi disecado.

Al llegar, la vegetación te llena de sorpresa. Había visto fotografías de los helechos gigantes pero no me podía imaginar que fueran tan enormes. Es que si los ves en silueta te puedes pensar que son palmeras. La llegada al hotel es una nueva sorpresa. Menudo resort de mochileros, habitaciones muy bien equipadas, camas enormes, limpieza, confort, comodidad, restaurant de comida casi decente, pintas a 6 dolares, mas ambiente que en la ciudad, puesto que hay un numeroso grupo de jóvenes que van a pasar la noche aqui y estan dando animacion al lugar. Digo a mis compañeros que si de día esto es tan bonito puedo llegar a chillar.
De dia se hizo, tras dormir mas bien poco, ya que este cronista no se acostumbra a dormir con extraños, y pude chillar aunque no lo hice por respeto a los que aun dormían. La niebla daba un aspecto fantasmagórico a las montañas y a la vegetación. Desayuno y camino al Glaciar. La vegetación se vuelve exhuberante. Uno no espera tanta ni tan enorme al lado de una lengua de hielo. Pero resulta que el glaciar esta mas bajo de lo que acostumbran a estar estas cosas y las precipitaciones hacen que la selva llegue hasta la misma lengua. No hay palabras para describir lo que es una masa tan inmensa de hielo, ni para explicar el precioso lecho del río que antes fue parte del suelo del glacial. Rocas redondas, grises con veteados de cuarzo en todas las direcciones. Otras cubiertas de musgo espeso, otras de líquenes rojos, cascadas a un lado y otro, cayendo por las paredes del antiguo lecho glaciar. Una grieta en las paredes que el guia nos dice que se corresponde al lugar exacto en donde se encuentran las placas tectónicas del Pacifico y la Asiático-Austral. Lo flipas neng.

De vuelta al pueblo, mientras comemos, una tormenta como nunca antes habia visto descarga sobre el lugar. Llovía a cantaros, como en las películas, racheado, de lado, del otro. Menos hacia arriba, llovía en todas direcciones. Y algunos de mis pobres compañeros, escalando el glaciar.

Continuará ( y con fotos)

Besitos para mi churri.