Mientras se celebra una fiesta de cumpleaños infantil en el interior de manzana que hay bajo nuestra casa recuerdo que hace un par de semanas una amiga nos contaba que, algunos días antes, su hija asistía a dos celebraciones simultáneas. Una de las fiestas era de pequeña escala y con globitos mientras que la otra disponía de megafonía ensordecedora y payaso contratado que no paraba de criticar a los niños lo mal que bailaban.
Cuenta nuestra amiga que resulta que desde hace un tiempo, para celebrar una fiesta en un parque público, hay que echar una solicitud a Parcs i Jardins, que es quien se encarga de gestionar esos espacios. Y resulta que si no lo haces te pueden decir que recojas los trastos y te vayas con la música a otra parte.
El mismo organismo que gestiona los parques se encarga también de los interiores de manzana que se están recuperando en el Eixample. En el que veo desde mi casa hay un cartel que prohíbe pasear perros, jugar a pelota y entrar con bicicletas. Todos los días esas tres actividades se realizan en el lugar de la manera más tranquila. Nunca he visto a ningún oficial llamando la atención o incautando pelotas o bicicletas.
foto elperiodico.com
Igual que seguro que tampoco
Laura se ha encontrado con ningún agente de Parcs i Jardins que haga algo que vaya en contra de la reunión de jóvenes
chunguitos en los parques y plazas de la ciudad. No es que vayamos a pedir que se controle a todo aquel que usa el espacio público. Ni hablar. De lo que hablamos es de que el repunte de violencia juvenil que se ha dado en Barcelona y ciudades vecinas en los últimos meses tiene seguramente algo que ver con las oficinas al aire libre que tienen establecidas las
agrupaciones juveniles que se dedican a amedrentar, extorsionar, violentar, atracar y cercenar la libertad de aquellos jovenes que caen en sus manos o en los alrededores. En algunos casos, la violencia ha resultado en muerte. Las
maras y
otras chungobandas han tomado el relevo de aquellos
perros callejeros de los setenta y ochenta. Y trabajan en la calle, en los parques y jardines, sin pedir permiso a la autoridad, sin pagar impuestos más que a los que les controlan por arriba, sin respetar el uso que los demás puedan hacer del espacio público. Afortunadamente, las autoridades nos dan mensajes de tranquilidad cada tantos meses.
Tranquilos ciudadanos y ciudadanas, que no pasa nada, son solo unos muchachotes disfrutando de la libertad de la adolescencia.
2 comentarios:
La veritat és que jo també penso que tenim un problema. Ordre i disciplina no tenen perquè ser contraris al progressisme social.
No hace falta que vayas a ningún parque. Viviendo en la calle París me encontré con una banda de muchachotes que en menos de un minuto me pidieron, si tenía un euro, si les dejaba hacer una llamada, si tenía tabaco y si me gustaba comer pollas.
Supongo que en La Diagonal no estarían cómodos y por eso vinieron a mi calle.
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