HACIENDO EL GUIRI. A Walking Loop Around Old Barcelona

Pues que el viernes nos dijimos: Vamos a dar un paseo. Y allá que fuimos Paral.lel abajo, llegando hasta la zona de Drassanes. Sol espléndido, algunos autocares aparcados junto al Baluard, un yonkie que se mete en el foso de los jardines preparado para iniciar su vuelo.
La base de la columna de Colón es un hervidero de cuerpos y poses para la posteridad. El mercado de cachibaches y antigüedades del Portal de la Pau a pleno rendimiento, los manguis con las manos ocupadas a destajo. El Moll de la Fusta abarrotado de turistas y nacionales paseando y admirando los barquitos que nunca vamos a tener. Algún vendedor de dvds con los ojos trabajando cual radares.

En el inicio del Paseo del padre de JuanCar, allí donde empieza la Barceloneta, el apiñamiento es tal que decidimos cambiar de rumbo y dirigirnos hacia el Born, el SoHo de Barcelona como le llaman algunos. Aquí la afluencia de propios y extraños es también más que notable. Unos manguis han pensado lo mismo que nosotros. En bandada de grajos se dirigen hacia nuevos objetivos, cumplida ya seguramente la cuota de a robah carteras en el puerto.
Las tiendas del BorNoHo están abiertas en su mayoría, desafiando las ordenanzas municipales. Cada vez que vengo a este lugar hay menos negocios de los que hubo pero mayor número de almacenes para fashionistas.

Por Montcada se respira algo más de tranquilidad. Los patios de esta calle tienen algo de extraño, con su mezcla de opulencia histórica y su minimalismo decorativo. El cafe tèxtil está a tope para variar pero les hago unas fotos a las líneas quebradas de subibaja, como para mandárselas a Stulti, que siempre pienso en él cuando veo una escalera.

Cruzando la Via Laietana nos damos de bruces con el Barri Gòtic. Y qué hay allí? Pues un mogollón de gente esperando que salgan los pasos de la procesión.

Pero en ¿Barcelona hay de eso? Po zí. Ni tan espectacular como la de Sevilla ni tan marchosa como la de Málaga. Mas... hay cienes y cienes de gentes que llegan corriendo para no perderse el espectáculo. Y entonces yo me he preguntado a mi mismo: Si toda esta gente es creyente, ¿cómo es que las iglesias están vacías cuando hay culto? Total que nos miramos y antes de que se haga tarde y se líe de de sanquintín piiipaparapiiiipa salimos pitando en dirección a casa. La Portaferrisa y La Rambla están abarrotadas de gente y de guiris (como siempre). Lo estraño es que la calle comercial en un día sin tiendas suele estar más despejada que hoy. Pero como es la vía de acceso al show cristiano, pues chocando voy, chocando vengo.

Uf por fin: qué bien se pasea por el Raval habitable, sin agobios y sin carreras. Completada la vuelta, nos refugiamos en el cuartel general y nos ponemos a las órdenes del teniente Benito.