16/8/09
LEVANTE
Bueno, ya de vuelta de las mini vacaciones. La idea de asueto que teníamos en otoño invierno era irnos al Japón un mínimo de tres semanas. El presupuesto se las traía pero hechos los números vimos que era posible si luego la economía se convertía en econonuestra. En marzo o así, los billetes estaban por las nubes, así que la cosa se fue enfriando. ¿Islandia quizás, Istambul? Finalmente a todos esos sitios se ha ido el techo que hemos puesto en la terraza y nosotros hemos acabado en Almería por gentileza de Eu y David.
Vera Playa es un enclave turístico naturista a estas alturas hiper explotado, pero la experiencia ha sido muy grata. Nudistas de toda Europa llevan decenios pasando sus vacaciones en esa enorme playa (a la que se conoce como el Playazo y no se exagera). En ese playazo se concentra la mayor cantidad de amantes del naturismo que yo haya visto nunca. Ahora mismo, la línea contigua a la costa es una sucesión de urbanizaciones desde Vera Playa hasta Mojácar Playa. No son edificios muy altos pero sí los hay hasta cansarse de contar. Dos grandes zonas diferenciadas. Al norte, en Vera Playa, recintos naturistas y sus calles intermedias en los que se puede andar en pelotas desde el alba hasta el cierre de la lluvia de estrellas. En el centro y más al sur, urbanizaciones llenitas de Alvaritos, Sonsoles, mechas rubias y polos lacoste. Todo más textil, no hace falta decillo.
Lo más:
La gentileza de las camareras y camareros en todos los lugares donde hemos comido.
El lenguado y la lubina fritos a la plancha (así como suena) del Chiringuito Rincón del Mar con esa "Prenda" que nos convenció para entrar.
La frondosidad de los jardines de la urbanización Bahía de Vera.
El mareo en forma de onda olorosa de las damas de noche.
Las flores-fruto de las bananeras.
La música en directo del chiringuito naturista Cota Zero.
Las dos estrellas fugaces que pude ver en la víspera de San Lorenzo.
La agradabilísima temperatura nocturna, exenta de humedad incluso a la orilla del mar.
El amor, qué bonito es el amor. El no llevar ropa ayuda a la pasión ;-)
Los trabajos artihticoh que me he traído y que ya saldrán por aquí.
El acento almeriense.
El andar desnudo en casa y por la calle, camino de la playa. Sensación indescriptible.
Las autovías gratuitas de calidad.
Lo menos:
La constatación de que en una zona casi desértica se utilice agua y más agua para mantener exhuberantes unos (preciosos) jardínes totalmente artificiales y muchas hectáreas de césped. No me explico de dónde sale el agua.
La arena de la playa: ese tipo de arena fina y negruzca que a mí no me gusta y que además no estaba muy límpia.
La desasosegante sensación de repetición del tiempo: cada noche, de camino a Cota Zero, en el chilau de Vera Natura sonaban los Dire Straits. Tal como lo cuento. Como si no tuvieran otro disco. El chilau en cuestión daba a la playa, era un recinto enorme: comedor con fluorescentes, mesas y sillas de esas de estilo castellano en el interior y terraza con mobiliario de marca de cerveza en el exterior. Había otra zona que no vimos pero vamos... ya me gustaría saber quien propuso de lo de chilau para darle de gorrazos y prestarle algo de música.
Darme cuenta ( y que me lo digan) de que los quilitos de más están bien focalizados y amarrados con lo cual voy a ver mucho gimnasio a partir de ahora.
Las hordas de Alvaritos y Sonsoles con sus camadas numerosas.
Mojácar, una gran decepción.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Vivo justito al lado de un Alvarito y una Sonsoles, pero ellos se llaman "pececito" ambos entre ellos mismos. ¡Qué cruz!
Muchas veces no hace falta ir fuera para encontrar rinconcitos maravillosos.
Debe ser muy curiosa la sensación de ir en bolas todo el santo día y haciendo cosas que, normalmente haces vestido.
Me gustaría vivir una experiencia así, pero Juanito no está preparado, será cuestión de mentalizarlo.
Bienvenido a casa, mi niño!!
Publicar un comentario