MENOS MAL QUE QUEVEDO LO ADVIRTIÓ

Diz que te levantas agotadito perdío y no te creerán.
Diz que soñaste que estuviste esa noche en Bucarest o Budapest, una ciudad que no conoces, recorriendo sus callejuelas empinadas llenas de tramos de escalera con descansillos, durmiendo en pensiones con paredes pintadas de azul intenso e irregular, en las que se anuncian unos rosquillos de chocolate con su pvp y que parece que son el pastelillo oficial y enfadado cuentas a tus anfitriones que en el bar donde has desayunado te han cobrado más del triple y ni siquieran te han querido dar la vuelta del billete con el que pagaste.
Diz que buscaste una bici de alquiler para recorrer sin meta una avenida sin fin que discurria paralela a un río magnífico y cuando has llegado a tu incierto destino te coscas que por las escalerillas hubieras acabado en tres minutos. Claro que si hubieras ido por las escaleras no habrías gozado del paseo junto al río. Quien no se conforma...
Diz que a continuación estás trabajando en una clase y le pides a la maestra de al lado que te cuide los niños tres minutos porque si no, no coges el avión de vuelta a esa ciudad desconocida y que sale a las tres. Explícale a esa profesional que sólo has venido a buscar unas tijeras o un poco de celo.
De nuevo de vuelta, peléate con un barman que quiere cobrarte otra vez el triple de lo que valen los donuts de chocolate. Organiza una excursión para visitar unas cuevas y cuando llegues a lo alto del risco sea que las cuevas sean un montaje de cartón piedra. Intenta convencer a tu hermana que el esfuerzo ha valido la pena, que mira qué paisaje más precioso, que de otra manera no lo habríais visto.
Vuelve a la pensión por esas escaleras siempre de subida a pesar de estar arriba, descansa tomando una cerveza en la única terraza de única mesa con vistas a la avenida de la bicicleta y al ancho río y al llegar a casa acepta la invitación de tus vecinos para llevar una lavadora a una tienda de intercambio de electrodomésticos.
Diz que cuando suene el despertador casi lo agradezcas y después de tomarte un café con leche en casa, lo que más te apetezca sea echarte en el sofá aunque sean veinte minuticos y aunque tengas que renunciar a los rosquillos de chocolate.

mamarracho gráfico original del Sr. Shysh