Llegaron decenas de ambulancias. Nacieron catorce bebés. Se dieron muchas buenas nuevas y noticias nada halagüeñas. Se firmaron pactos laborales y autorizaciones de intervención. Se radiografió, escaneó, analizó. Se utilizaron sedantes, gasas, guantes de látex, suturas, oxígeno, bolsas de suero, bolsas de sangre. Los camilleros recorrieron los pasillos y utilizaron los ascensores. Un cirujano fué asistido por sus compañeros tras un desmayo que resultó ser un simple desmayo. Se abrieron expedientes y se cerraron otros. Se dieron altas. Se virtieron lágrimas de alegría y de pena, éstas acompañadas de gritos de desespero y abrazos. Se hicieron reuniones de planta y de administración. Se regalaron ramos de flores, peluches, bombones. Y unos cuantos libros. Los médicos hicieron varias veces sus recorridos de visita. Se fumaron varios cigarrillos de manera furtiva. Se limpió y desinfectó. Murieron cuatro personas. No, cinco en total. Un joven de veinticinco años que había intentado ser atendido en urgencias cinco días antes fue hayado muerto en un lavabo poco utilizado. Una jeringuilla colgaba de su brazo.
18/3/09
CINCO DÍAS EN EL HOSPITAL
Llegaron decenas de ambulancias. Nacieron catorce bebés. Se dieron muchas buenas nuevas y noticias nada halagüeñas. Se firmaron pactos laborales y autorizaciones de intervención. Se radiografió, escaneó, analizó. Se utilizaron sedantes, gasas, guantes de látex, suturas, oxígeno, bolsas de suero, bolsas de sangre. Los camilleros recorrieron los pasillos y utilizaron los ascensores. Un cirujano fué asistido por sus compañeros tras un desmayo que resultó ser un simple desmayo. Se abrieron expedientes y se cerraron otros. Se dieron altas. Se virtieron lágrimas de alegría y de pena, éstas acompañadas de gritos de desespero y abrazos. Se hicieron reuniones de planta y de administración. Se regalaron ramos de flores, peluches, bombones. Y unos cuantos libros. Los médicos hicieron varias veces sus recorridos de visita. Se fumaron varios cigarrillos de manera furtiva. Se limpió y desinfectó. Murieron cuatro personas. No, cinco en total. Un joven de veinticinco años que había intentado ser atendido en urgencias cinco días antes fue hayado muerto en un lavabo poco utilizado. Una jeringuilla colgaba de su brazo.
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3 comentarios:
¿Y todo eso no lo saben los de Callejeros?
Felicidades por los nuevos bebés a los que puedes tener en brazos mientras babeas.
Y la vida continua, suma de pequeñas alegrías y algún drama.
Quiero quedarme con los catorce bebés... porque pensar en el chico hayado muerto me pone la piel de gallina.
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