KIWI CRÓNICAS I

Hey, aquí estoy, con los pies en la tierra y la cabeza más o menos sobre los hombros después de varios días de jetlag, que han incluído:
desajustes en las comidas, en las horas de suenyo, en las veces que me levantaba a mear durante la noche, en acostumbrar al cerebro a procesar información constante en una lengua que no es la tuya, a acostumbrarme a mirar para el otro lado al cruzar la calle, a un acento extranyísimo que te obliga a estar más atento que un empollón en clase, en la calle, en la casa donde estoy. Hoy hace una semana que salí de mi casa y ya empiezo a estar normalizado. Afortunadamente.
La ciudad en la que estoy es enorme en extensión a pesar de tener sólo unos 300 mil habitantes. Ha hecho ( y seguro que volverá a hacerlo) un frío del demonio aunque los dos últimos días han sido más bien primaverales. Espero poder descargar alguna foto para que podáis verla. La luz, cuando luce el sol es increiblemente clara, amarilla, la playa que hay junto a la casa es una pasada, así como las bandadas de pájaros y cisnes negros que hay en el estuario del río.

Son las 8:45 pm y estoy que me caigo de suenyo así que voy a leer dos líneas y a dormir. Estoy con una conexión a 42 kbps. A partir de manyana podré conectarme con banda ancha en el Politécnico y así podré leer las nuevas de mis blogueros favoritos.

Besicos de kiwi.
Escribo en un teclado sin enye, de ahí la doble consonante.