UNA CASA NUEVA

Mudanzas Lazarotrans aparecen en la puerta un rato antes de lo previsto. El día anterior el tute matute de acabar de hacer cajas ha sido de aúpa. La Rosi estuvo desengrasando hasta el último rincón de la cocina “Hay que ve cómo estaba el rincón de la nevera y del congeladó. Madre santa la de grasa que había ahí. Si paresía el anunsio del tío del algodón”. +3 estuvo haciendo varios viajes con cosas frágiles en una maleta y aspirando hasta debajo de las macetas que han quedado en la terraza. Yo acabé de preparar cajas y más cajas Uno nunca sabe dónde demonios tiene metidas tantas cosas en su casa hasta que tiene que empaquetarlas.

Pues bien, cuando llegan los transportistas aún quedan unas cuantas cajas sin cerrar porque la noche antes nos habíamos quedado sin precinto. Empezaron a cargar y por suerte no tenían que acarrear muchos muebles. Pero cajas había la intemerata.

Al llegar a la nueva casa empezamos a acumularlas en la entrada para su posterior distribución.

Lo que se ve.

Desde el sofá, cómodamente sentado miro la ventana panorámica, más grande que la pantalla de algunos minicines, y veo mucho cielo con aviones que pasan, las tres chimeneas del Paral.lel, la torre del teleférico del puerto con sus cestas rojas que se cruzan, el edificio de Drassanes pionero del rascacielismo barcelonés, edificios y ventanas de la manzana del Eixample en la que vivimos y una figurita como un soldado de plomo con el brazo extendido que… espera un momento…. Si es Colón que en lugar de estar en su columna parece que le hayan puesto sobre una terraza.

Por Poniente, saliendo a la terraza, el mercado necesitado de reforma, buena parte del Eixample y otros barrios que se confunden tejado a tejado, fachada a fachada. Al fondo, la sierra de Collserola con los barrios que la escalan y en la cima el templo del Tibidabo. ¿Será posible que le llamaran expiatorio para expiar y disculpar la malafollá del que lo diseñó?* Volvamos a lo lindo: En verano veremos las luces de la noria. Al sur se ve el castillo de Montjuïc y la parte alta de la montaña. De noche, los haces de luces del Palau Nacional.

Lo que se oye.

De día en casa, nada. En la terraza exterior ruido de coches que pasan y ambulancias que deben subir al Clínic. De noche nada x 6= mucha nada y las ambulancias que deben seguir subiendo al Clínic.

Lo que se siente.

Sensación de haber estado aquí desde siempre. No nos parece que la casa haya sido hecha para otros. Tenemos tal sentimiento de estar en nuestro sitio que se hace hasta extraño. Más aún pensando que sólo llevamos aquí tres días.

Lo que nos rodea.

Como decía una publicidad que fomentaba el comercio de proximidad: Al barri hi ha de tot. Y aquí es verdad. Aparte del mercado, sin andar más de dos manzanas tienes panaderías, pastelerías, rosticerías, moda, complementos, supermercados, floristería, misterguau, bares, cafeterías, restaurantes, joyerías, mantequerías, charcuterías, ferreterías, centre cívic, biblioteca, el gym. Ah y apenas hay guiris ni hordas turísticas. Y eso a tan sólo diez minutos andando de donde vivíamos antes (con lo cual podremos seguir las programaciones del Macba, CCCB, galerías, etc.)

Estamos sin adsl, conexión otra vez vía MODEM a 46k. Pega tenía que haber alguna. Pero se va a subsanar. Nos vemos en poco rato con fotos panorámicas.

BSOS

* Me enteré del nombre del arquitecto, que resulta ser muy afamado por su eclecticismo y por saber ponerse en el lugar de los clientes. Se trata de Enric Sagnier, con más de 300 obras documentadas, mayormente en Barcelona. Véase elperiódico.com de 07-12-07