Una crónica de Eugenio P. V.
Me cambié la camisa de fiesta por la de viaje y me abracé a un jamón impecablemente envuelto. Mestres nos esperaba en la esquina con un coche alquilado, igualito que el mío, y en un plis plas nos metimos con las bolsas y arrancamos. Barcelona estaba espléndida iluminada por un sol radiante apenas filtrado por alguna nube ocasional. Shysh puso un CD de Barry White y al poco veíamos el mar, ese paraíso vedado a los madrileños. Nada más pasar el peaje cambiamos de paisaje: curvas cerradas por entre una nutrida vegetación. Ahora todo es verde. Mis pupilas gozan como puercas. Campo, campo. Una bomba de agua como de cuento y nos paramos. Me siento como un niño que se va de colonias, pero no hay mayores. Nosotros mandamos. El maletero del coche está a reventar de flores. Descargamos. Shysh nos dice cómo colgar las guirnaldas y David y yo nos ponemos a la tarea. Mestres administra todo el material con sabiduría y paciencia infinitas: sabe dónde esta todo, dónde ponerlo y cómo, y lo explica con una tranquilidad que me deja estupefacto. Consigue contagiar serenidad
Llega una camioneta y monta el sonido. Parecemos los feriantes instalando la verbena en el pueblo. Empieza a aparecer gente. Nos saludamos y presentamos. Mi memoria decide ponerse en off y pienso que quedaré como un antipático. Dejo las guirnaldas y paso a instalar las mesas. Al poco están puestos manteles, platos, vasos, cubiertos, servilletas y contamos y recontamos para que todos los comensales tengan su servicio. Hay mucha más gente. ¡Niños! ¡Jugando a la pelota! ¡Aquí! Invoco a Herodes. Mi fobia me puede. Me fumo un cigarro para abstraerme. Cómo ha cambiado el sitio. Se respira la fiesta. Todo el mundo sonríe. Da igual la diversidad de edades, razas, lenguas y orientaciones: se tiene la certeza de que estamos celebrando algo grande, más allá de la ceremonia en sí. Hacemos el cambio de vestuario. Sacamos las camisas de vestir y las damas se ponen las playeras. Qué delicia de heterodoxia.
Como aún no llega el juez hacemos todos un corro y Shysh nos presenta de uno en uno. Yo me pregunto en voz alta: ¿Profe, esto entra en el examen? Suspenderé fijo. Casi a la una aparece el juez y se organiza la romería. Nos trasladamos por el camino flanqueado por vacas y caballos hacia un enorme árbol que no sabemos catalogar. Los novios, camisa blanca y pantalón vaquero, llevan unas coloridas varas de flores. Mestres va del brazo de su madre y hermanas. Shysh también va bien escoltado. Hacemos fotos como posesos. Llegamos y los rodeamos. El cielo está plateado. El juez habla. Apenas me entero de los discursos porque en el aire libre se pierden las palabras (y además son en catalán, pero lo digo sin animosidad, que conste). Sí consigo enterarme del poema de Walt Whitman (me digo que tengo que buscarlo inmediatamente en la obras completas) y se me salta la primera lágrima. Los novios son como gatos que juguetean con los hocicos. Al final habla Mestres. La voz se le rompe. Yo no entiendo cómo conservo la calma y me doy cuenta de que lo estoy viviendo todo como de lejos, así que, en cuanto puedo, los busco, y me abrazo a ellos y me los como a besos. Y les tiramos arroz, claro. Y volvimos jubilosos. ¡Al papeo! Llenamos cuencos y cuencos de berberechos gigantescos, mejillones de luxe, y otras delicias marinas, junto a las eternas patatas fritas, aceituna rellenas y el jamón que acuné y que está siendo fileteado sin piedad, aunque en el plato no se ve loncha alguna. Detecto una copa de cava. Yo pensaba que era para el brindis final, pero no. Si hay algo que me seduce es una copa de cava, así que comienzo un sensual idilio que durará todo el día. El líquido dorado se desliza, fresco y suave, por mi garganta, y me provoca una sonrisa tonta muy cómoda.
Mi novio y yo nos sentamos hábilmente en una esquina de la mesa presidencial, casi de cara a los novios. Tenemos enormes fuentes de ensalada y enseguida aparecen unas patatas asadas que se funden como la mantequilla, y unas butifarras a la brasa lujuriosas en cualquier sentido, y luego unas manitas de cerdo, a petición de Shysh, con un aspecto que me hace lamentar que no me gusten. Antes de que llegara el cordero ya ha habido varios brindis y numerosas exclamaciones de rigor en este tipo de eventos, incluido el mandato de que los novios se besen impúdicamente y que ellos ejecutan complacidos y apasionados. Mestres es una sonrisa viviente y nos derrite exclamando: "¡Soy muy feliz!”. Sigo bebiendo cava, alternado con algún vaso de agua que me permite beber más cava. Si no estuviera tan rico, el condenao. Si no acariciara mi paladar de esa manera... Si no adormeciera mis emociones de una forma tan sutil...
Lamentamos no ser capaces de comer más carne, tierna y sabrosa, así que damos paso a las dos tartas: Una de crema y otra de chocolate. Sobre cada una de ellas hay depositado un simpático diablillo vestido de frac que representan a la pareja, pero al ir cada uno en una tarta no sé si se capta el simbolismo. Más vítores, más besos, más brindis. Se prepara el café y los comensales se despliegan. Mantengo una amena conversación sobre Alaska y noviazgos tormentosos con quien parece ser una prima de Paco que se acordaba de mí, pero, eso, mi memoria fundida. Condimento el café con un purito. No, no hubo puros ni cosas de esas, afortunadamente. Sólo unos elegantes adornos florales para las damas. Fuera la gente se refugia en la sombra, mientras los más báquicos le dan al whisky y reclaman la danza. Shysh acude raudo y nos deleita con George Michael y alguna que otra petardada que bailamos fervorosos.
El sol comienza a descender y en el patio de baile sólo están los niños demostrando lo bien que aprenden en las academias de baile ante sus extasiadas madres y afines. Yo he tenido que renunciar al cava e incluso al whisky, pero me siento muy sobrio. El campo adquiere tonos cálidos. Algunos comienzan a retirarse. Me nace un ligero brote melancólico. Me pregunto si estos críos recordarán en el futuro esta celebración, si comprenderán el sentido que tiene. La hermana de Mestres no deja de insistirnos a David y a mí para que nos casemos antes de las elecciones por miedo a un cambio de legislación. Lo que Dios ha unido que no lo desuna el hombre.
Comenzamos a recoger. El salón ya está impoluto. Ha sobrado un montón de cosas que se reparte entre los invitados. Las guirnaldas que cruzaban el patio sirven de envoltorio a Shysh y a un casi-sobrino que acaban pareciendo gallinas hiperdesarrolladas. Al final no se nota que allí se ha producido un jubiloso milagro.
David conduce. Es de noche. El dildo ciclópeo que por la mañana era gris y áspero ahora es un monolito hermosamente azul recortado en la negrura nocturna. En las calles la gente se prepara para salir. Nosotros entramos en casa cargando algunas cajas mientras Mestres va a devolver el coche. Estamos derrotados. Salimos a por unos tallarines japoneses para cenar algo y al irnos a acostar, el agotamiento general de tanta actividad, tanta emoción y, en mi caso, tanto esfuerzo para reprimirla, no me sirve de excusa para aliviar la mala conciencia por estarles arruinando su noche de bodas.
Con un poquito de mi amor sólo, porque todo colapsaría internet.
Eugenio.
Foto de David y Eugenio
20 comentarios:
GRACIAS EUGENIO, lo volveré a leer para volver a vivirlo. Fue asi de bello... o más
y GRACIAS Shysh y a Mestres por invitarme a compartirlo.
mil besos
Ahi va que bonito!!
Un Gran día si señor!
Enhorabuena!
joder que emocionante, jajaja Mi shysh casandose todo...! Y muy bien narrado, desde lo del paraiso del mar vedado a los madrileños, hasta el último detalle...
En fin, solo resta desear mucha felicidad, la misma que transmite este relato!!
Bezos
jo, no sé si es que yo soy muy figaflor o es que es todo taaaaan bonitoooo... pero se me escapan las lágrimas y ruedan por mis mejillas cual... (joer, que alguien me corte, que me enrollo y te escribo aquí una novela rosa). bueno, pues eso, que es muy bonito y muchas gracias por poner fotos, que así lloro más a gusto, jejejeje. me tendrían que fichar las ruvis para llorar todos juntos a moco tendido.
finn, fichao!!! todos con la plorera!!!
ainssss, que nosotras bamos a de poner la afoto de los nobios lla mismo encima la tele. que monito todo, i que chulo como nos lo an contao, i... i.... que biban los nobios!!!!!!
ains, vesis a tutiplen!!!
....haaaaaala, pero qué bonito!
Pero qué cosa tan bonita y bien contada, enhorabuena.
Ains, de verdad, que os dure por lo menos 100 años la felicidad.
Besos, congratulaciones, y abrazos
A mi también me emociona mucho la lectura de la crónica de mi amigo Eu. Gracias chiquitín.
Juer... que pasote :)...
:**
Ole nene, felicidades! :)
Cuando te quieras dar cuenta ya estarás gastando dinero para el regalo de aniversario y te darás cuenta de que no te has recuperado de los gastos del convite. :P
Un besote para los dos.
Jolín, muchísimas felicidades!, esoy muy feliz y muy contenta de que os hayais casado.
No me queda más que desearos una maravillosa vida en común.
Pásate por mi blog, que yo también tengo notición.
Mil besos!!
ualaaaaaaaaaaaaaaa
que a volvido Weblara!!!!!!!!!!
Shysh, anda que te quejarás de amigos :) Menudo lujo, un texto de estas características narrando TU DÍA :)
No puedo añadir nada... más que te envidio, claro :) Qué preciosidad :)
Una abraçada molt gran :)
Que guai todo! Felicidades!!
FELICIDADESSSSSSSSSSS
Qué guapos iban (bueno SON guapos)
Me encantaron las flores naranjas!
No vas a hacer ninguna crónica vos?
jajajajaj, ruviiiiis me encanta lo de la plorera, es muy coentor valencianaaaaaaaa :DDDDD
Qué preciosidad de crónica y qué guapos salís en las fotos :)
¿Os guardasteis los muñequitos de la boda? Shysh, caprichosillo... ¿Manitas de cerdo? No podías comer ensalada, no :P
¡Muchísimos besos!
Me alegra enorme que lo pasarais tan bien, dentro de un tiempo podéis celebrar otra de bronce, plata o la que toque por 10 años o 25 o los que sean juntos, ¿no? Más fiestas bonitas ;D
No voy a croniquear por mi parte. Eu lo ha hecho muy bien.
Las manitas de cerdo me encantan, y eso que no como carne. Soy asín de gago.
Nos lo pasamos genial y nos lo hicimos todo entre todos. Menos la carne. Las dos familias se portaron de medalla de oro. Y los amigos també.
Preciosa crónica.
Muchos besos
Ua, qué bonito!
un relato precioso, casi un guion de cine, muchas felicidades
Publicar un comentario