HOMBRES DE AHORA (Reedición vacacional)
Jo, como es mi colega Juaqui. Cada día está más cachas. Claro, él trabaja de mañana y puede ir al gimnasio casi todas las tardes. Yo tengo turno cambiao y sólo puedo ir con él una semana sí y otra no. Se le están poniendo unos brazos como los de un culturista. Yo voy más lento porque voy menos al gim.
Ostras, pero cuando entrenamos juntos nos damos una caña que no veas. A más, me cuenta que cada día liga más. Que las tías le van detrás como perras. Que envidia me das, Juaqui.
Cuando salimos juntos de copas todas van a por él. Bueno, alguna vez a mi me senrolla alguna. Pero las macizas y buenorras se van por él. Y casi siempre moja. No como yo, que después dhaberme gastao una pasta en invitar a copas, me llevo una chati de higos a peras.
Pero el Juaqui casi siempre pilla. Y luego en el gimnasio me lo cuenta. El otro día me decía “Jo, macho es que esa está mu buena pero es una pesá. En toa la semana mha mandao al menos veinte mensajes y yo paso della porque es de las que te se cuelgan. Y si tencoñas con una se quedan muchos chochetes por probar, porque luego quieren quedar to los dias. Ya llegará el día que me tenga que sentar la cabeza pero, mientras pueda, piba nueva cada semana”.
Jo, qué envidia me da el Juaqui.
Ahora, que te digo una cosa. Yo no entiendo de tíos ni soy moña ni na deso, pero es que no sé qué les da o qué le ven, porque mu guapo tampoco es. Y encima le falta un diente. Pero tiene palique y las atrae el cabroncete y se pega unas jartás de follar que ya quisiera yo al menos la mitá. O eso es lo que mexplica. Eh, que yo le creo, que pa eso es mi colega desde que íbamos juntos al cole. Que no creo yo que vaya de farol.
Le tengo que preguntar por esas cremas que sha comprao y ponérmelas yo a ver si asín caen las chatis como moscas. Y luego, cuando me se pongan los brazos bien formaos, me voy a jartar.
Bueno, el otro día quedemos pa salir de copas por la Villa Olímpica, que estaba abarrotao de gente, sobre todo guiris. Menudas jacas rubias. Entremos en un bar asín bien decorao y tal, un poco pijo, con segurata en la puerta que nos echó una ojeá y casi perdonándonos la vida nos dejó entrar. El mu mamón. Menos mal que íbamos de fiesta que si no larmamos. Cómo estaba aquello de chatis. Jo, no sabía pa qué lao mirar. Nos vamos pa la barra, pedimos dos vodkasrebbull y el Juaqui le echa el ojo a una rubia con una camiseta que no le tapaba más de la mitad de las tetas. Tetorras tenía la japuta. El Juaqui me dice “Oye que le voy a dar la brasa a esa”. Allá que se va. Pero vuelve al poco rato “Menuo morro tiene la tronca. Que si le puedo dar pa un taxi, que tiene que volver al hotel que su amiga sha puesto enferma”. Pobre Juaqui.
Nos hemos trincao las copas como si ná y pedimos dos más. A mi el rebbull me pone cardíaco asín que mempiezo a entonar. El Juaqui me cuenta que una vez se había hecho a una morena que baila sola en la pista y que la tía es una fiera. Una de esas me hace falta a mí. Nos vamos pal water, nos metemos unas clenchitas y volvemos a la pista. Me coloco al lao de la morena y le bailo asín suavecito, como pa que me mire y poderle entrar. Me pone como una moto sólo de pensar que pueda picar. Y va la tía y se pone a hablar con el Juaqui “Me encanta cómo hueles. ¿Qué colonia usas?” El Juaqui le dice ”Janpol Gol Tier” y ella “Es un olor muy sexy”. Se ponen a bailar muy juntos, cadera con cadera y yo con mi vodkarebbull en la mano, un subidón que te cagas y aguantando la vela. “Oye Juaqui que voy a dar una vuelta. Ahora nos vemos”. “OK” dice el capullo, como si supiera inglés y no aprobó namás que la gimnasia. Joder con el Juaqui.
Le entro a una chiquitilla pero bien formá “Hola, ¿qué tal?”.”Mira esperando que me pongan una copa. ¿Y tú?” En esas que llega un pavo “¿Todo bien, Núria?”.”Sí, ahora me ponen las copas”. Y yo “Bueno, hasta luego”. Joder tío qué mala suerte. Me voy a tener que comprar también la colonia del Janpol ese porque vaya nochecita que llevo.
Otra clenchita no me vendría mal pero el perico se lha quedo el Juaqui. Ahora ya no lo veo en la pista. Igual está invitando a la chati. Me voy pa los lavabos pero por allí no están. Pos ná, habrá que pedir otra copita. Voy pa la barra. Hay dos tíos charlando con una nena rellenita pero guapa. Pido otro rebbull y uno de los tíos se gira y me dice” Oye, ¿tú eres amigo del Juaqui, no?”. “Pues sí. Hemos venío juntos pero hace rato que no le veo”.”Es que habíamos quedao con él, lhe llamao pero no tiene el móvil conectao”. “Pos no sé dónde shabrá metío”.” Nosotros nos vamos a otro sitio. Si te quieres venir, tú mismo”. “Hombre es que acabo de pedir una copa”.”No importa, te esperamos”. Me bebo la copa de dos tragos, salimos, nos metemos en el buga de la gordita guapa y enfilamos por el Paseo.
”¿Dónde vamos?”.”Vamos a la Harina”. “Y eso, ¿qué tal está?”. El otro, que hasta entonces no había dicho ni mu, dice “Es súper divertido. La música está genial. Ya verás como te lo pasas bien”. Subimos por las Ramblas y al cabo de un rato llegamos a la Harina. Fua, qué cola de gente pa entrar. Mucho tío y poca tía. Aquí habrá mucha competencia. Llegamos a la entrada, pagamos y echo un vistazo. No hay nadie a la vista. “¿Oye y toa la gente que había en la cola?”. “Están abajo”.”Ah, bueno”. Miro los pósters de las paredes “Oye, esto de tantas fotos de tíos ¿de qué va?”. “Es que es una disco de ambiente”. “Pues espero que haya más ambiente que aquí”. “Que sí, hombre. Espera a llegar abajo y verás”.
Bajamos las escaleras y se empieza a oír más jaleo y se ven los flases de las luces. A mi el rebbull siempre se me pone bien pero cuando veo a dos tíos morreándose me da, no sé, como una arcada. “¿No mhabreis traío a un sitio de maricones, verdad?”. “No hombre, que es mixto, lo que pasa es que hay muchos gays”.
Llegamos a la pista y vaya si los había. De todos los tamaños y colores. Joer qué brazos, y qué espaldas que tienen algunos. Y encima van con esas camisetas que les marcan los abdominales y todo. Y el aire huele como la colonia del Juaqui pero a lo bestia. “Eh, vamos a por unas copas” dice el calladito. De camino a la barra se encuentran con unos conocidos y se enrollan y se enrollan. Total que me voy solo pa la barra. Me pido una copa y echo un vistazo por los alrededores. La pista está a rebosar. Hay tías, unas más guapas que otras y tol mundo se lo está pasando bien. Unos bailan. Otros charlan. Otros se morrean, pero ya no me vuelven las arcadas. Y mempiezo a calentar por abajo, ya sabes.
Por delante de mí pasa un tío superfibrao, con los brazos bien dibujaos. Me mira y me sonríe. Yo le saludo con la cabeza, pa no parecer un gilipollas y él me hace con la cabeza el gesto que le siga. Igual tiene farla o pastis. Voy tras él y veo que se mete en un reservao bastante oscuro. Ostia, si aquí no se ve ni pa echar un trago. Poco a poco se macostumbran los ojos y le veo apoyao en la pared. Me acerco y le digo “¿Qué pasa, chaval? Y el tío me echa mano a la cintura. “Eh, eh ¿de qué vas?” le digo. “Tú déjame a mi.” dice él.
Hostia puta que me está metiendo mano. “Eh, tío, que yo no…”.
Él sólo dice “Shhh”. Sarrodilla y me desata el cinturón.
Me soba el paquete y yo con la copa en la mano no sé qué hacer.
Hostia tío. Hostia tío. Hostia tío. Esto no se lo voy a poder contar al Juaqui.
Los domingos por la mañana siempre han sío de resaca y apalanque, de desilusión por haber perdío toa la noche del sábado intentando lo que no consigo casi nunca. Pero hoy estoy genial. Joer qué manera de chupar la del cachillas. Después del trabajito que me hizo estuvimos charlando de lo más guays en la barra y el tío era de lo más normal, que no se le notaba, digo. Yo creo que no era ni maric… guey. Estuvimos hablando de las chatis de la disco, del buen rollo que hay allí, de fútbol y de rutinas de gimnasio. Él va a uno de su barrio y dice que está bien, chiquitín y tal pero bien montao y con equipo suficiente. Me gustan sus brazos super definíos y la camisa ceñía que le quedaba que te cagas. Ahora que, la verdá, el Juaqui está más cachas.
Ostia el Juaqui, menos mal que esta semana me toca trabajar de tarde que si no ya me veo teniendo que inventarme algo pa explicarle que me piré sin decirle ná.
Después de comer, Juaqui me llama al móvil. Por si acaso decido atacar: “Oye tío, ¿qué pasó anoche, que me dejaste colgao? “Es que la chati se me puso a punto de caramelo en dos bailes”. “Joer pero me podías haber dicho que te pirabas. Amás, ¿no dices tu siempre que no es bueno repetir, que sencoñan?”.” Sí pero es que los revolcones con ésta son de peli porno. ¿Y tú que tal?”.”Pos yo al final me piré con unos que te buscaban”. “Y ¿adonde fuisteis?”. “Por Aribau y eso”. “¿Y qué tal?”. “Hombre, había de tó pero al final ná de ná”.”Bueno pos nos vemos el sábado”. “A lo mejor. Es que quedé con esos que nos llamaríamos”.
Joer, y ahora qué haré. La verdá es que fue tan fácil y el pavo me la comió tan bien que me gustaría repetir en esa disco. Y yo maricón no soy, y ya se sabe que de rodillas no se ven las caras. Pero ¿cómo se lo cuento al Juaqui? Si se lo digo tal cual igual ya no me habla más y eso sería perder una amistá de muchos años. A más, con él aprendo mogollón de cómo abordar a las tías y de entrenamiento y hasta de cuidarme y de la ropa que se tiene que poner uno. Aunque los tíos de esa disco visten que te cagas y las camisetas les sientan de puta madre. Tendría que enterarme donde se las compran, porque esos estampaos son mu chulos. Jo y las de tirantillos también son guays, sobre tó pa cuando tenga los brazos bien fibraos. Marcan mu bien los pectorales y enseñan tol brazo, que es lo que vende más. Las tienen que vender en alguna tienda especial para ellos.
Joer pero tengo que pensar cómo arreglar las cosas con el Juaqui. Mejor el sábado quedo con él y los otros y que sean ellos los que ojalá digan de ir allí con un poco de suerte y entonces se lo puedo contar que ya habíamos estao con los colegas esos.
Total, cuando estemos en la disco me despisto un momento y al igual me hacen un biberón como el de ayer. Qué bien la comía el tipo aquel. Mejor que ninguna tía y no es que me la hayan comío tantas. La Marina, que era más viciosilla, sí que le daba bien al calipo pero las otras lo chupaban como si fuera un bastoncillo de esos de pan.
Igual me voy a la Harina yo solo el viernes sin decir ná.
El amigo de Juaqui, a quien el narrador sigue sin ponerle nombre, va esta mañana al gimnasio. No las tiene todas consigo pero está casi seguro que Juaqui no va estar, ya que trabaja a esas horas. En el vestuario se encuentra a Jona.
“Eh tío cómo va eso?”.
El amigo de Juaqui contesta “Bien. Guays. A entrenar un poquillo”.
“Qué, sales con alguna chavala?”.
”Pues ahora mismo no tengo ni plan.”. En su cabeza imágenes cruzadas de la noche del sábado anterior y proyecciones de futuro del sábado por venir.
“Hostia tío pues te tienes que pillar un libro que es la hostia”.
“Yo es que no leo mucho”.
“Pero este está super guay”.
“De qué va?”
“Pos es un libro que texplica cómo entrarles a las chatis, dependiendo de cómo sea cada una”.
“¿Y hay libros de eso?”.
“Joder y tanto. Se llama El Método. Es un poco tocho, pero tío estoy aprendiendo un montón de cosas sobre las mujeres. Pojemplo si tu ves que una va de tímida y tal, pues te explica que le digas esto o lo otro, que te acerques tranquilo, sonriendo, texplica cosas de las que les gusta a ellas hablar. Si la piba va de mataora, pues te dice que le entres de otra manera. Está chachi chachi. Yo aún voy por la mitá pero si quieres cuando lo acabe te lo presto”.
“Bueno, pos cuando acabes me lo pasas, tío, porque estoy en sequía total”. Casi miente el amigo de Juaqui. “Bueno, voy pa la sala a ver si hago algo, que llevo días sin venir”.
Recoge la toalla del banco y sale del vestuario. En su cabeza, la facilidad con la que consiguió el otro día lo que tanto le costaba normalmente.
Ya en la sala, saluda a varios colegas y por primera vez en muchas semanas entrena sólo. Cinta de correr, trescientas abdominales, máquina de pecho, hombros, mancuernas. Frente al espejo se dice que no está tan mal, que aún le falta para tener los brazos que él quiere pero que va por buen camino. Mientras cambia de pesos, una palmada en la espalda le hace dar un giro brusco. “Eh cabroncete, ¿qué pasa que no me llamas?”. Ostras, el Juaqui.
“Eh, tío… qué haces por aquí, no curras o qué?”
“Es que me debían unos días de vacaciones y me los he cogío ahora. Y tú qué, ¿que pasas de los colegas o qué?”
“Que va, tío. Es que…”
“Venga que alguna te traes entre piernas. ¿Estás quedando con alguna chavala o qué? Porque estás desaparecío.”
“Que va. Es que he estao con mi madre que quería que le ayudara a montar unas estanterías y mha pillao por banda y hasta que no se la he acabao no me dejaba ni pa mear” miente el amigo.
“¿Y el sábado qué? ¿Te fue bien? Ya mha contao el Pedro que estuvisteis en una disco de maricones”
Los colores suben a la cara del amigo de Juaqui y un nudo se atasca en su garganta. No sabe qué decir. Ni siquiera puede pensar.
“Mha dicho que hay ganao también allí. ¿Te hiciste alguna?” pregunta Juaqui ante el silencio y rubor del amigo.
“Emm…qué va, tío. Estuve marcando a unas cuantas pero no hubo manera. Además me pille una taja y me tuve que pirar en taxi”.
“Joder que putada. Pero los maris te atacan o qué. Porque yo nunca he estao en un bar de tíos”.
“Qué va, tío. Es un sitio muy tranqui. Cada uno a su bola. Amás, hay de tó. Gays, tortis, gente normal y bastantes chatis, y alguna buenorra y tó. Hay buen ambiente”
“Pos voy a quedar con el Pedro y el sábado nos pasamos a ver qué tal. ¿Te mola? Total, por cambiar de sitios, que estoy ya del Port Olímpic un poco harto, la verdá”.
“Joer Juaqui no te quejes que no te va tan mal”.
“Ya pero hay que abrir nuevos territorios. Y si hay pibas y no hay competencia pos como que pinta guay”.
El amigo de Juaqui ve el cielo abierto. No va a tener que contar nada de lo que pasó el sábado. Hoy es su día de suerte. Siguen entrenando y hablando de esto y lo otro. La tranquilidad ha vuelto a su corazón, que ya no bombea como si le hubieran cogido en un marrón.
“Eh tío cómo va eso?”.
El amigo de Juaqui contesta “Bien. Guays. A entrenar un poquillo”.
“Qué, sales con alguna chavala?”.
”Pues ahora mismo no tengo ni plan.”. En su cabeza imágenes cruzadas de la noche del sábado anterior y proyecciones de futuro del sábado por venir.
“Hostia tío pues te tienes que pillar un libro que es la hostia”.
“Yo es que no leo mucho”.
“Pero este está super guay”.
“De qué va?”
“Pos es un libro que texplica cómo entrarles a las chatis, dependiendo de cómo sea cada una”.
“¿Y hay libros de eso?”.
“Joder y tanto. Se llama El Método. Es un poco tocho, pero tío estoy aprendiendo un montón de cosas sobre las mujeres. Pojemplo si tu ves que una va de tímida y tal, pues te explica que le digas esto o lo otro, que te acerques tranquilo, sonriendo, texplica cosas de las que les gusta a ellas hablar. Si la piba va de mataora, pues te dice que le entres de otra manera. Está chachi chachi. Yo aún voy por la mitá pero si quieres cuando lo acabe te lo presto”.
“Bueno, pos cuando acabes me lo pasas, tío, porque estoy en sequía total”. Casi miente el amigo de Juaqui. “Bueno, voy pa la sala a ver si hago algo, que llevo días sin venir”.
Recoge la toalla del banco y sale del vestuario. En su cabeza, la facilidad con la que consiguió el otro día lo que tanto le costaba normalmente.
Ya en la sala, saluda a varios colegas y por primera vez en muchas semanas entrena sólo. Cinta de correr, trescientas abdominales, máquina de pecho, hombros, mancuernas. Frente al espejo se dice que no está tan mal, que aún le falta para tener los brazos que él quiere pero que va por buen camino. Mientras cambia de pesos, una palmada en la espalda le hace dar un giro brusco. “Eh cabroncete, ¿qué pasa que no me llamas?”. Ostras, el Juaqui.
“Eh, tío… qué haces por aquí, no curras o qué?”
“Es que me debían unos días de vacaciones y me los he cogío ahora. Y tú qué, ¿que pasas de los colegas o qué?”
“Que va, tío. Es que…”
“Venga que alguna te traes entre piernas. ¿Estás quedando con alguna chavala o qué? Porque estás desaparecío.”
“Que va. Es que he estao con mi madre que quería que le ayudara a montar unas estanterías y mha pillao por banda y hasta que no se la he acabao no me dejaba ni pa mear” miente el amigo.
“¿Y el sábado qué? ¿Te fue bien? Ya mha contao el Pedro que estuvisteis en una disco de maricones”
Los colores suben a la cara del amigo de Juaqui y un nudo se atasca en su garganta. No sabe qué decir. Ni siquiera puede pensar.
“Mha dicho que hay ganao también allí. ¿Te hiciste alguna?” pregunta Juaqui ante el silencio y rubor del amigo.
“Emm…qué va, tío. Estuve marcando a unas cuantas pero no hubo manera. Además me pille una taja y me tuve que pirar en taxi”.
“Joder que putada. Pero los maris te atacan o qué. Porque yo nunca he estao en un bar de tíos”.
“Qué va, tío. Es un sitio muy tranqui. Cada uno a su bola. Amás, hay de tó. Gays, tortis, gente normal y bastantes chatis, y alguna buenorra y tó. Hay buen ambiente”
“Pos voy a quedar con el Pedro y el sábado nos pasamos a ver qué tal. ¿Te mola? Total, por cambiar de sitios, que estoy ya del Port Olímpic un poco harto, la verdá”.
“Joer Juaqui no te quejes que no te va tan mal”.
“Ya pero hay que abrir nuevos territorios. Y si hay pibas y no hay competencia pos como que pinta guay”.
El amigo de Juaqui ve el cielo abierto. No va a tener que contar nada de lo que pasó el sábado. Hoy es su día de suerte. Siguen entrenando y hablando de esto y lo otro. La tranquilidad ha vuelto a su corazón, que ya no bombea como si le hubieran cogido en un marrón.
************
La noche del sábado se reúnen en un bar del barrio Juaqui, el amigo de Juaqui, Pedro, el calladito amigo de Pedro y la gordita simpática. Unas rondas de tapas y unas cañas calientan el ambiente de camaradería. Deciden tomar la primera copa en una coctelería del Paseo y luego enfilar hacia el centro. La gordita les lleva a todos, un poco apretados, en su coche. Es temprano para entrar en la disco y se toman la segunda en el bar de la esquina. Juaqui y su amigo piden sus consabidos vodkas con redbull.
Juaqui pregunta a Pedro “Oye tío, no se meterán con nosotros, porque yo la armo”
“Tío, que es tó muy tranquilo, ya verás. Aquí nadie se mete con nadie”.
“Y la música está guapa” añade el calladito.
El amigo de Juaqui charla con la chica.
“Y tú cómo es que vienes a estos sitios. Aquí no debes tenerlo fácil pa ligar”.
“Pues no te creas, siempre hay chicos como tú, que vienen con sus amigos y alguno que otro pues… Además, en otros sitios ni me miran y aquí por lo menos no hay broncas y estás con los colegas”.
“O sea que te gusta el sitio”
“Pues sí, me gusta la gente, el ambiente, charlar con los chicos, gays o no gays. Está bien”.
“Ya, si el otro día me lo pasé bien”.
“Pero no te vimos el pelo desde que entramos”
“Es que me encontré con un colega de mi primo y estuvimos charlando y tomando copas y me cogí tal pedo que me tuve que ir”
“Ostras, nos podías haber dicho algo y te hubiera llevado a casa”
“Pero os perdí la pista. Si me pasa otra vez, te busco”
“A mí no me cuesta nada. Además te quiero decir que me gustas”
El amigo de Juaqui se queda parado y callado unos segundos.
“Pues tu a mí también me haces gracia”
“Vaya hombre ahora resulta que me tomas a risa”
“Que no, que te lo digo en serio. Cuando te vi el otro día pensé que eras una chica dulce y que no estabas mal”.
“Si lo estás intentando arreglar, no vas por buen camino”
“Ostia, perdona. Quiero decir que me gustaste, que me pareciste atractiva y…”
“Oye, ¿te vienes a mi casa y pasamos de disco?” La chica fue directa.
“Pos venga. ¿Y a éstos qué les decimos?”
La chica volvió a ser directa: “Eh muchachos, que nosotros nos vamos”.
Juaqui, Pedro y el calladito se giran y preguntan a la vez: “¿Dónde vais?”
El amigo de Juaqui: “A su casa”.
La chica: “A mi casa”.
Los otros tres: “¿A tu casa? ¿Pero ya?”
La chica y el amigo de Juaqui: ”Sí. Nos vemos. Chau”
***************
Media hora más tarde. Interior de la disco. Juaqui está alucinando con los cuerpos de los chicos. No hace más que comparar bíceps, tríceps, pectorales y camisetas, a cada cual más llamativa y ceñida. Un proceso que su amigo hizo una semana antes que él. Va ya por su sexto vodka redbull desde que empezaran la noche en el barrio. Ha bailado junto a Pedro y el amigo calladito. Ha estado charlando con ellos y con otros tíos conocidos de ellos. La verdad es que se siente cómodo. En un momento en el que decide ir al baño a vaciar algo del vodka que ha tomado, pasa junto a la zona más oscura del local. Pensando que los baños estarían allí, entra. Pero como no ve absolutamente nada, recula, le pregunta a un tipo que estaba cerca dónde estaban los lavabos. Los encuentra y se dispone a orinar cuando empieza a oír gemidos y bufidos que llegan de uno de los cubículos. “Joer que bien se lo monta esta gente” piensa Juaqui. Mientras mea no puede evitar pensar en lo que debe estar pasando en el interior del váter. Y, la verdad debe ser dicha, nota que se le empieza a poner morcillona.
Al salir de los lavabos se encuentra al tipo al que había preguntado antes. Éste le guiña un ojo y se dirige hacia la zona oscura. Juaqui, igual que su amigo la semana anterior, piensa que el tipo le va a ofrecer algo químico. Así que le sigue, entra en las tinieblas, no ve nada, se arrima a una pared, busca la silueta del otro, cree distinguirla, se le acerca y el otro le echa mano a la cintura.
“Eh, tío qué haces, que yo no…”. No tiene tiempo de decir más. La boca del otro tapa la suya y las manos del extraño se dirigen hacia sus pectorales, los acarician, bajan de nuevo, le pasan sobre el paquete, que no está flaccido precisamente, y se toman la libertad de desabrocharle los botones. Juaqui no dice ni hace nada de momento pero en pocos segundos empieza a acariciar los brazos fuertes del desconocido.
************
Una hora antes. En el coche de la chica. Tras varios besos apasionados y arrancar el motor, una precisión.
“Oye, Antonio, que lo que te dije antes era verdad y además quiero decirte que no me gustan los rollos de una noche. Me fijé en ti desde el primer momento y pensé que parecías un tipo del que me podría enamorar”.
El amigo de Juaqui no se lo puede creer. A ver si va a ser ésta una de esas que le dice el Juaqui que se tencoñan. Pero la chica le gusta de verdad y está decidido a seguirle la corriente. Al menos hasta mañana por la mañana. Luego, ya se verá.
La noche del sábado se reúnen en un bar del barrio Juaqui, el amigo de Juaqui, Pedro, el calladito amigo de Pedro y la gordita simpática. Unas rondas de tapas y unas cañas calientan el ambiente de camaradería. Deciden tomar la primera copa en una coctelería del Paseo y luego enfilar hacia el centro. La gordita les lleva a todos, un poco apretados, en su coche. Es temprano para entrar en la disco y se toman la segunda en el bar de la esquina. Juaqui y su amigo piden sus consabidos vodkas con redbull.
Juaqui pregunta a Pedro “Oye tío, no se meterán con nosotros, porque yo la armo”
“Tío, que es tó muy tranquilo, ya verás. Aquí nadie se mete con nadie”.
“Y la música está guapa” añade el calladito.
El amigo de Juaqui charla con la chica.
“Y tú cómo es que vienes a estos sitios. Aquí no debes tenerlo fácil pa ligar”.
“Pues no te creas, siempre hay chicos como tú, que vienen con sus amigos y alguno que otro pues… Además, en otros sitios ni me miran y aquí por lo menos no hay broncas y estás con los colegas”.
“O sea que te gusta el sitio”
“Pues sí, me gusta la gente, el ambiente, charlar con los chicos, gays o no gays. Está bien”.
“Ya, si el otro día me lo pasé bien”.
“Pero no te vimos el pelo desde que entramos”
“Es que me encontré con un colega de mi primo y estuvimos charlando y tomando copas y me cogí tal pedo que me tuve que ir”
“Ostras, nos podías haber dicho algo y te hubiera llevado a casa”
“Pero os perdí la pista. Si me pasa otra vez, te busco”
“A mí no me cuesta nada. Además te quiero decir que me gustas”
El amigo de Juaqui se queda parado y callado unos segundos.
“Pues tu a mí también me haces gracia”
“Vaya hombre ahora resulta que me tomas a risa”
“Que no, que te lo digo en serio. Cuando te vi el otro día pensé que eras una chica dulce y que no estabas mal”.
“Si lo estás intentando arreglar, no vas por buen camino”
“Ostia, perdona. Quiero decir que me gustaste, que me pareciste atractiva y…”
“Oye, ¿te vienes a mi casa y pasamos de disco?” La chica fue directa.
“Pos venga. ¿Y a éstos qué les decimos?”
La chica volvió a ser directa: “Eh muchachos, que nosotros nos vamos”.
Juaqui, Pedro y el calladito se giran y preguntan a la vez: “¿Dónde vais?”
El amigo de Juaqui: “A su casa”.
La chica: “A mi casa”.
Los otros tres: “¿A tu casa? ¿Pero ya?”
La chica y el amigo de Juaqui: ”Sí. Nos vemos. Chau”
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Media hora más tarde. Interior de la disco. Juaqui está alucinando con los cuerpos de los chicos. No hace más que comparar bíceps, tríceps, pectorales y camisetas, a cada cual más llamativa y ceñida. Un proceso que su amigo hizo una semana antes que él. Va ya por su sexto vodka redbull desde que empezaran la noche en el barrio. Ha bailado junto a Pedro y el amigo calladito. Ha estado charlando con ellos y con otros tíos conocidos de ellos. La verdad es que se siente cómodo. En un momento en el que decide ir al baño a vaciar algo del vodka que ha tomado, pasa junto a la zona más oscura del local. Pensando que los baños estarían allí, entra. Pero como no ve absolutamente nada, recula, le pregunta a un tipo que estaba cerca dónde estaban los lavabos. Los encuentra y se dispone a orinar cuando empieza a oír gemidos y bufidos que llegan de uno de los cubículos. “Joer que bien se lo monta esta gente” piensa Juaqui. Mientras mea no puede evitar pensar en lo que debe estar pasando en el interior del váter. Y, la verdad debe ser dicha, nota que se le empieza a poner morcillona.
Al salir de los lavabos se encuentra al tipo al que había preguntado antes. Éste le guiña un ojo y se dirige hacia la zona oscura. Juaqui, igual que su amigo la semana anterior, piensa que el tipo le va a ofrecer algo químico. Así que le sigue, entra en las tinieblas, no ve nada, se arrima a una pared, busca la silueta del otro, cree distinguirla, se le acerca y el otro le echa mano a la cintura.
“Eh, tío qué haces, que yo no…”. No tiene tiempo de decir más. La boca del otro tapa la suya y las manos del extraño se dirigen hacia sus pectorales, los acarician, bajan de nuevo, le pasan sobre el paquete, que no está flaccido precisamente, y se toman la libertad de desabrocharle los botones. Juaqui no dice ni hace nada de momento pero en pocos segundos empieza a acariciar los brazos fuertes del desconocido.
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Una hora antes. En el coche de la chica. Tras varios besos apasionados y arrancar el motor, una precisión.
“Oye, Antonio, que lo que te dije antes era verdad y además quiero decirte que no me gustan los rollos de una noche. Me fijé en ti desde el primer momento y pensé que parecías un tipo del que me podría enamorar”.
El amigo de Juaqui no se lo puede creer. A ver si va a ser ésta una de esas que le dice el Juaqui que se tencoñan. Pero la chica le gusta de verdad y está decidido a seguirle la corriente. Al menos hasta mañana por la mañana. Luego, ya se verá.
3 comentarios:
jaja, q maricon, q jartáaaa!! q pasa, cari, no tenias otra cosa que hacer que escribir? zi paices el Zerbantes eze!! ke joío!!
y lo pior es ke eu huso la misma haguakolinia que el juaqui, la de yanpolgatier, ese....!! ba de orteras u ke?
que yastaba escrito, que es una reedición, y te lo puse de lectura obligatoria pal trimestre pasao y tu vas y no lo lees. miraqueres mal alunno.
y algo horteris si son, esta basado en personajes reales, si los vieras, hehe.
Eh, mamolao, jejejej
Salu2
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